Hoy en día observamos varias maneras de actuar ante el cataclismo del urbanismo desaforado; por un lado quienes se centran en buscar el paradigma de la vivienda de eficiencia “Clase A”, ecológica, con estándar passivhaus, bioclimática, con el certificado LEED, BEEM y todos los fundamentos “bio-ecos” y por otro lado aquellos que piensan que la sostenibilidad en el sector de la edificación pasa por actuar sobre el parque edificatorio existente.
En el ámbito de aquellos técnicos que promueven el desarrollo tecnológico como herramienta básica en la arquitectura sostenible, destacamos la labor de Norman Foster, Renzo Piano o Richard Rogers, los grandes abanderados del eco-tech.
Rescatando las palabras de Richard Rogers entenderemos la filosofía de este movimiento:
«El reto para los arquitectos es desarrollar edificios que incorporen tecnologías sostenibles, reduciendo así la contaminación y los costes de mantenimiento de los mismos. Tres cuartas partes de la energía que se usa cotidianamente en los edificios corresponde, más o menos en proporciones iguales, a la iluminación artificial, la calefacción y la refrigeración; pero las nuevas tecnologías y las nuevas prácticas están revolucionando todas estas funciones. Se están poniendo a punto innovaciones que reducirán drásticamente los costes a largo plazo y la contaminación generada por los edificios.»
Por otro lado observamos la ideología de aquellos que optan por la rehabilitación del parque existente como única forma de actuación sostenible. Para ello recuperamos las palabras del arquitecto Gunther Moewes:
«La idea de que los edificios de bajo consumo son respetuosos con el medio ambiente y de que, a través de la construcción de más edificios de este tipo, cumpliremos las promesas hechas en la Cumbre de Río, es naturalmente, una estupidez. Un nuevo edifico nunca ahorra energía, sino que genera nuevas necesidades energéticas, y la calificación de nuevo suelo para urbanizar es fundamentalmente antiecológica.»
Siguiendo la idea de Moewes, la rehabilitación de edificios existentes, la sustitución de sistemas despilfarradores por nuevas formas más eficientes o el cierre de intersticios en las ciudades es lo único válido en la actualidad.
Abramos un debate teniendo en cuenta tan interesantes cuestiones, indicando que si una de nuestras premisas es reducir la demanda energética del sector de la edificación, no será suficiente con mejorar la eficiencia de las nuevas promociones, sino que además habrá que actuar sobre el parque existente, de hecho la rehabilitación siempre será, por su propia definición, más sostenible que cualquier modo de edificación de nueva planta.
Todo esto nos abre un campo de preguntas a las que atender en el momento crucial en el que nos encontramos: ¿desarrollo urbanístico sostenible?, ¿paralización del crecimiento urbanístico?, ¿tecnificación edificatoria?, ¿alargamiento de la vida útil de los edificios?
Quizás alguno de nuestros lectores se anime a aportar reflexiones que nos haga declinarnos por uno u otro enfoque del urbanismo contemporáneo.
Fuente: sinergiasostenible.org
Fuente: Pieter Sloetjes